ARGRA 2010

El reportero gráfico como investigador y testigo.

El reportero gráfico es una figura esencial de nuestro tiempo. Es la manera en que las culturas contemporáneas resuelven el ancestral dilema del testigo. No se trata del observador profesional destinado a ser cronista oficial de los eventos. Él, ni es esperado, ni sabe lo que va a contar. El dedo inocente sobre el disparador lo lleva al aire tornasolado en que se respiran tragedias o a las circunstancias festivas del mundo. El reportero gráfico no puede no estar en todos lados. Si es difícil llegar, siempre alguien que represente a la estirpe se hará presente, ante un terremoto o una masacre. Si es fácil llegar, muchos de los que forman parte del linaje multiplicarán sus ojos ante el mundo circundante: la muerte de Néstor Kirchner, la ocupación de tierras en el Iberoamericano, el juicio a Jorge Rafael Videla. Fácil o difícil, siempre se están produciendo imágenes de la vida entre el candor del mero flujo de los hechos y la conciencia de que subyace en cada fotografía, un recinto interno donde late una catástrofe. El reportero gráfico es el cronista moderno de lo que vieron en las imágenes los pintores, escritores y artistas de la antigüedad. ¿Y qué es lo que se ve? En primer lugar, la superficie intensa de los hechos. Un partido de fútbol, el ensayo del equipo de ciegos, multitudes ansiosas alrededor de sus casas destruidas o en anónimas tribunas festejantes; militares yendo al banquillo de los acusados. La heterogeneidad es posible porque la vida es el germen reproductor de lo discontinuo o extemporáneo. Hay reporteros gráficos porque es necesario demostrar que no hay unidad cerrada o coherente en los eventos de la realidad. La realidad es abierta e improcedente, y los reporteros gráficos lo demuestran todos los días en su función de filósofos de la disparidad del existir. Lo que en realidad ven, luego de dar cuenta de la extensión de los hechos -con candor o espanto- es que siempre hay una nota encerrada de tragedia en toda imagen. Puede desencadenarse o no. Puede quedar siempre al acecho sin que se despliegue. Pero de repente, un pequeño detalle que toda imagen siempre contiene, revela lo que busca el reportero gráfico. Esa hebilla de Videla con las iniciales de su nombre, “JRV”, salta repentinamente a la vista, se evade de la foto para significar que siempre se plasma un nombre sobre los acontecimientos. En este caso un nombre infausto, calamitoso. Allí está el reportero gráfico para recordárselo a sus contemporáneos.


Desde el 24 de mayo hasta el 17 de junio. Salas Proyectos y Fotografía.


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